EXILIO DEL EXILIO O, Y TAMBIÉN, REGRESAR ES IRSE
"En aquellos días en que ocurrió, aún era yo muy niña, qué diera yo por ser tan niña ahora, si es que acaso he dejado de serlo. Y entonces, había algo en las calles, algo en las casas, que después desapareció con aquella guerra, aquella guerra que aún veo por los tejados de las casas, aquella guerra que apareció un día en el grito de la mujer".
María Luisa Elío, Cuaderno de apuntes
Claudio Guillén en El sol de los desterrados ofrece la visión del concepto exilio desde diferentes momentos históricos y a través de figuras dispares. Por un lado, está la literatura del exilio, que hace referencia a los poetas que se posicionan en el centro del exilio, es decir, cuya literatura nace en el núcleo mismo, por ello dan voz a sus experiencias. Por otro lado, está la literatura de contra-exilio, que hace referencia a quienes escriben desde el exilio, es decir, no están en el centro y esto les permite reflexionar desde la distancia y superar la situación original. Para algunos, el exilio es una vivencia negativa, de rotura absoluta y para otros, es una vivencia positiva, una oportunidad vital de volumen y dimensionalidad.
Entre los autores que destaca, en la literatura del exilio se encuentra, principalmente, Ovidio, para el que el exilio es una pérdida infinita, pura nostalgia, lamentación: es la nada y el vacío. Ante este respecto, Ovidio logrará convertir el exilio en poesía. "La poesía del desterrado es un consuelo". (Guillen, 2007:37), pero también es una aceptación poética, una triste melancolía: “continuaré residiendo en el último confín del mundo, en una tierra alejada de mi tierra”. (Ovidio, I, 1, 127-128)”.
En la literatura de contra-exilio Guillén presenta a los cínico-estoicos, a Plutarco, a Séneca a Epicteto. Estos, al contrario que Ovidio, conciben el exilio como una oportunidad de crecer, de aumentar la riqueza personal. Séneca, que era estoico, escribió: “Mientras pueda seguir dirigiendo mi espíritu hacia la contemplación de tantos seres hermanos allá en lo alto, “¿qué importa cuál es el suelo que piso?” (Guillen, 2007:35). Los cínicos, por su parte, no solo creían que el exilio era una fuente de riqueza, sino que además, la veían necesaria. Al vincular estos dos conceptos con la modernidad, Guillén comenta que “lo propio de nuestro tiempo es la variedad referencial de la palabra exilio” (Guillen, 2007:85) y la diversidad de realidades, ya que, Guillén, acertadamente, diferencia el exilio voluntario, el forzado y el imaginado.
Siguiendo la diferenciación que Guillen plantea, María Luisa Elío y su padre, Luis Elío, formarían parte de la literatura del exilio moderna, aunque de manera distinta, para ambos el exilio fue una nostalgia tormentosa. Luis Elío nunca quiso regresar, hacerlo le parecía una traición. María Luisa Elío, por su parte, no logró superarlo hasta que viajó de México a Pamplona y pudo enfrentarse a su nostalgia. Tras el viaje de regreso, comenzó a escribir. Ella, como Ovidio, gestionó el exilio a través de la escritura. Elío confesó que: “la primera línea de Tiempo de llorar (…) dice: “Ahora me doy cuenta que regresar es irse”. Y esa es la historia de Tiempo de llorar. Es imposible el regreso. El regreso es imposible. No se regresa a ninguna parte. Nunca” (Ulacia y Valender, 2004:375).
Esta realidad que plasma Elío es muy interesante, puesto que, como Guillén indica, “la temporalidad moderna es lo que hace que el regreso del exiliado a su propio país sea tantas veces amargo, problemático, irreal. (…) Que habrá significado para muchos el peor de los castigos: la expulsión del presente; y por lo tanto del futuro – lingüístico, político, cultural- del país de origen” (Guillen, 2007:83). Finalmente, existe un tercer exilio, el definitivo. El exilio del exilio que Kolakowski señalaba y que María Luisa Elío entendió tan bien.
Bibliografía
Guillén, Claudio (2007). El sol de los desterrados: literatura y exilio. Barcelona. Tusquets.
Ulacia Altolaguirre, Paloma;Valender, James (2004). "María Luisa Elío: porque "regresa es irse"", en Los hijos del exilio vasco: arraigo o desarraigo.